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viernes, 2 de abril de 2021

Tras la sospecha

La ciudad está en plena ebullición económica, han llegado recientemente industriales procedentes del este del país que están revolucionando la economía de la ciudad, se están instalando en la zona del Arenal y ahí están construyendo fábricas de conservas. Tienen unos métodos de pesca innovadores y consiguen multiplicar por diez lo que antes capturaban con sus métodos tradicionales. Además han recuperado el salazón, un proceso de conservación de pescado que ya utilizaban los romanos y que fue abandonado.

Ahora  gracias a la prensa Durox fabrican latas, con hojalata que importan de Inglaterra, en ellas meten  sobre todo sardinas, añadiéndoles aceite, consiguen que se conserven durante mucho tiempo y así las venden y distribuyen a todas partes del país y del extranjero sin que el pescado se estropee.

Como este negocio está prosperando a tanta velocidad se necesitan más barcos, por lo que se está desarrollando una industria paralela, los astilleros.

En los astilleros se fabrican barcos especiales a vapor, que mejoran la capacidad de capturas así se obtiene un mayor rendimiento. Como veis, la ciudad está experimentando un desarrollo deslumbrante y hay negocios muy boyantes, como el del Sr Miau, eso es muy bueno para todos, aunque también tiene algún inconveniente como descubriréis en seguida.

¿Qué os parece todo lo que estoy averiguando?

 Lo que os quiero contar ahora es lo ocurrido en la visita que hemos hecho la señorita Bambore y yo, y que se convirtió sin querer en un acontecimiento espeluznante.

 Visitamos el Banco Central, para  entrevistarnos  con don Perfecto que es interventor y con su director el Señor Simeon.

Como en todas las visitas la Señorita Bambore y yo teníamos preparada la entrevista, la cual realizamos en castellano, pero por supuesto luego traducimos a inglés, alemán y francés.

Íbamos  repasando las cuestiones que plantearíamos más tarde, cuando, en la entrada, un señor muy maleducado se nos adelantó en la puerta giratoria, la señorita Bambore y yo nos quedamos sorprendidas, parecía que llevaba prisa, pero eso no es motivo de casi darnos un empujón, en fin, Berti no hizo ningún comentario pues seguía repasando las preguntas en voz alta, pero yo me quedé bastante desconfiada. 

Mientras recorríamos el gran hall del banco, que todo hay que decirlo, resplandecía riqueza en su decoración y acabados, no pude desviar mi atención del hombre maleducado de la entrada, allí estaba de pie… llevaba un abrigo marrón con una flor de reloj enganchada  en el bajo, unas botas muy gastadas y sucias, llevaba guantes, un maletín de cuero negro con manchas de humedad, un bigote muy espeso y miraba constantemente el reloj.

La señorita Bambore se acercó a la mesa de la derecha, dónde se encontraba una señorita, que, efectivamente, era la secretaria, le indicó que teníamos una cita y ella comprobó en la agenda que así era, nos invitó a esperar un momentito en los sillones verdes contiguos a su mesa. La secretaria cogió la libreta y se marchó taconeando por un pasillo detrás de su escritorio.

Allí nos sentamos, con la mala pata, que yo seguía teniendo al señor maleducado dentro de mi campo visual, algo me decía que no era de fiar, pero como siempre me dicen que soy tan fantasiosa…preferí no decir nada.

La señorita Bambore me preguntaba si estaba nerviosa, pero a mí en ese momento la entrevista me daba igual, es más, prefería que nos hicieran esperar el tiempo que fuera y así salir de dudas de quién era ese señor. Me empecé a inquietar cuando vi entrar al Señor Miau, uno de los grandes empresarios de la sardina, venía reluciente, fumando en una pipa de carei, y en cuanto entró en el banco todos los empleados crecieron tres centímetros, se notó que había entrado alguien poderoso porque se hizo un gran silencio, se giraron todas las miradas hacia él, es increíble el halo de poder que se genera en torno al dinero. 

La Señorita Bambore me hizo una seña levantando la barbilla, habíamos estado con él la semana pasada, y nos había contado el gran proyecto que tenía entre manos, el encargo de 10 barcos para su flota, esta semana cerraba el contrato y eso suponía una inversión de muchos cuartos.

 El señor Miau pasó directamente al despacho del interventor y entonces fue cuando me di cuenta que estaba pasando algo… el hombre del maletín miró el reloj y se sentó en la butaca que estaba al lado de la puerta del despacho del interventor, en ese momento entró en el gran hall un repartidor con varios paquetes y un libro de recibos, la secretaria no estaba, así que no supo muy bien a dónde dirigirse, pero yo noté que se hacía un guiño con el hombre misterioso. 



El repartidor eligió el otro lado de la puerta del despacho del interventor para esperar por algún empleado al que hacer entrega de los paquetes, éstos estaban superpuestos entre sus brazos impidiendo que se le viese la cara.

Los dos se notaban agitados hasta que llegó la secretaria para decirnos que el director tardaría un poco en atendernos, hablaría con el interventor para ver si sería posible que nos atendiese él primero. La secretaria llamó a la puerta y la entreabrió, al ver que estaba reunido rápidamente la cerró, pero yo pude ver que en la mesa tenían un maletín con dinero, con mucho dinero.



El repartidor seguía allí, cargado de paquetes,  pero la secretaría no lo atendió, pues se decidió por acercarse a nosotras y confirmarnos que el interventor nos atendería en seguida porque ya se estaba despidiendo, y así fue. 

La puerta de su despacho se abrió, se vio al Sr Miau en disposición de salir, la señorita Bambore se puso en pie y empezó a alisar su falda , la secretaria apoyó su libreta sobre la mesa y yo, que aún estaba sentada pude ver cómo cuando el Señor Miau con maletín en mano se detuvo a estrechar su mano con el interventor, el señor misterioso  colocó su bastón de forma que obstruía el paso del Sr Miau hacia la puerta de  salida, esto hizo que cuando el Sr Miau  echara la pata, tropezara y cayera soltando el maletín, en ese momento el repartidor soltó de inmediato los paquetes produciéndose un revuelo alrededor, rápidamente se acercaron los usuarios del banco para comprobar si había algún herido .

El interventor ayudó al Sr Miau a levantarse, parecía haberse dañado el tobillo, el repartidor se deshacía en lamentos y disculpas recogiendo los paquetes, la señorita Bambore ya había sacado su cajita de emplasto del bolso y la secretaria colocaba la solapa del Sr Miau, pero no había rastro del señor misterioso.

Esa ya fue la clave de mi sospecha y aunque pensé que me podía estar equivocando le pedí al Sr Miau que comprobara si ese era su maletín, casi sin hacerme caso lo agarró y lo levantó para comprobar lo que pesaba y confirmó que era el suyo.

Yo tenía la certeza de habérselo visto al  hombre maleducado minutos antes, un hombre que ya  no estaba entre nosotros.

Insistí que comprobara el maletín y su contenido y no pareció gustarles, pues el interventor preguntó en tono acusador : " ¿a qué viene tanta molestia?".

Aunque les pareció un poco ridículo finalmente  así lo hicieron, pues se había generado bastante alboroto y desorden y no estaba de más comprobarlo.

El interventor nos propuso pasar a su despacho y allí el Sr Miau no supo reconocer si era su maletín, : " la verdad tengo varios, abrámoslo a ver si está el dinero".

"Pues parece que sí, aquí está todo el dinero", aseguró el Sr Miau.

"¿Están seguros de que ese es el maletín dónde metieron el dinero?" volví a insistir.

El interventor me miró muy confundido y en ese momento entró el director: "¿Qué ha pasado? ¿Sr. Miau está usted bien?"

"Disculpe señor director todo está bien, el Sr. Miau tuvo un traspiés y se hizo daño en un tobillo, pero todo está correcto", añadió el interventor.

"Y ¿por qué están aquí estas señoritas y usted tiene ese maletín con tanto dinero a la vista?", preguntó el director.

Entonces, intervine yo, aunque la señorita Bambore me dice que una no ha de hablar hasta que le pregunten, a mi esa norma me parece bastante absurda. Le expliqué al director que había visto a un hombre sospechoso y que me quedé observando toda la secuencia de los hechos, estaba convencida que en el revuelo de paquetes, el sospechoso había cambiado los maletines.

 "El maletín que tenemos aquí, tiene esta mancha de humedad igual que el maletín del sospechoso,¿ ve? Aquí está, es una mancha que parece la península de Italia es inconfundible, la misma que tenía el maletín del hombre del abrigo marrón". Expliqué

"Bueno señorita pues es evidente que hubo una confusión, ambos maletines están llenos de dinero, este es un clima húmedo es muy habitual que aparezcan manchas de humedad...", añadió el interventor

"Es posible, pero también puede que uno de ellos tenga billetes falsos, y algo me dice  que es este , y el hombre misterioso lo ha cambiado en el revuelo llevándose el que tiene el dinero de verdad", añadí.

En seguida el interventor puso un billete al trasluz y comprobó que no tenía la marca de agua ¡son una falsificación!, ¡llamen a la policía!.


"¿Lo ven? Estaba en lo cierto, yo que ustedes, le decía al comisario que se dirijan al sendero que termina en el túnel del tren del pescado, el hombre tenía las botas manchadas de barro y una flor del reloj enganchada en el abrigo, hay muchos sitios donde salen esas flores pero las de color lila sólo las he visto allí, seguro que  ha huido por el mismo sitio que ha venido." Asentí

"No queremos molestar mas con el jaleo que ya tienen, mejor será que nos den cita para nuestra entrevista para otro día", le dijo la señorita Bambore a la secretaria, pero al escucharle el director añadió: " Nada más lejos de molestar, Señoritas , serán ustedes siempre bienvenidas, no podemos estar más agradecidos. Si no es por esta chica tan observadora sabe Dios lo que  tardaríamos en descubrir el fraude. Estaremos encantados de recibirle para realizar esa entrevista".

Ha llegado el comisario y gracias al aviso recibido enviaron una pareja de oficiales al túnel del pescado, allí encontraron a un viejo conocido falsificador de billetes repartiendo el botín con un socio que respondía a las señas dadas por mí.

Cuando nos disponíamos a abandonar el banco, se acercó un reportero del periódico local, me realizó algunas preguntas y me pidió el nombre, luego avisó a su compañero que traía una block y un carboncillo y me hizo un retrato, mañana publicarán la noticia en la prensa ¿a que es emocionante? ¡No puedo esperar a leer el titular!

EL CASO DEL FALSIFICADOR DE BILLETES RESUELTO GRACIAS A DETECTIPECAS !









 

 

 

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